Una doctora llegó a visitarme,
más que doctora,
ella es una amiga,
quiso ver si mi trajín me fustiga,
con su presencia logró
consolarme.
Lo primero que llegó
a preguntarme
fue del trabajo, la
enorme fatiga,
pero no la que de
noche te abriga,
sino otra, cuando
ofrecen llamarme.
Tal llamada vale por
un contrato
y dura un día, una
semana, un mes.
En cada otoño la
espera es de un Beato,
que te proteja para
que de una vez,
cuando aceptes un
trabajo de un rato,