27 junio, 2017

Mucho más que un simple bar

Lo único que necesitábamos era un trago más. Nadie podía ni quería volver a casa, porque a esas horas quedaban sólo taxis y los últimos billetes servirían sólo para añadir horas a la noche que ya comenzaba a envejecer. Luego de haber salido del último bar porque cerraban, nos encontrábamos caminando a ciegas. «Vamos por aquí, algo hemos de encontrar. ¡Esperen! Una escalera con una luz». Subimos casi gateando y entramos en un bar vacío, evidentemente estaban por cerrar ahí también. «Hola ¿la última cerveza? ¿Por favor?» El joven que atendía detrás de la barra nos miró divertido. «¿Quieren beber aquí? ¿Seguros?».

«Gracias a todos por venir, por acompañarnos siempre en este camino. Esta ha sido una función muy especial para nuestro teatro Drag Queen, es nuestro aniversario, quince años de lucha y sacrificio. Quiero agradecerles a todos ustedes querido público que siempre nos ha acompañado, en las buenas y en las malas. Hemos vivido de todo, represión policial, han intentado clausurar el local más de una vez pero nada, seguimos aquí. Hemos recibido de todo, cartas anónimas, nos han dejado basura en la puerta, pero seguimos aquí gracias a ustedes. Y gracias a ustedes Dionisios se ha transformado en un centro de arte y cultura, hemos lanzado libros, organizado exposiciones, aquí han ensayado grupos de danza y teatro y de aquí han salido grandes artistas del teatro Drag Queen, famosos en todo el Ecuador. Y en todo esto una alegría más, la visita de un amigo que vive en el exterior, que fue testigo de nuestros inicios, que ha sido parte de esta enorme familia y ha compartido este camino», Daniel me indicaba con su mano y yo aplaudía como un loco para disimular las lágrimas.

«De lo único que estamos seguros es que necesitamos una cervecita. Por favor no nos eches». «Ah, como quieran» pero Daniel seguía con esa sonrisa divertida. Nos acercamos a la barra mientras él destapaba dos botellas de cerveza. Una vez ahí nos dimos cuenta de que el lugar estaba lleno de esculturas de cuerpos atléticos y los muros estaban llenos de un carnaval de formas, de cuerpos y de colores. Bíceps, tríceps y pectorales por doquier. «¿Ya se dieron cuenta dónde están?» «Sí, en un bar ¿no?», Daniel estalló en una carcajada, «este es un bar gay», luego se acomodó en un taburete muy alto, parecía que la situación fuese muy divertida para él.

Sonreía mientras me entregaba el libro. «Es un agradecimiento a todos los que de alguna manera han contribuido a todo esto, a todo lo que ha hecho el Dionisios». Abrí el libro y vi que la dedicación era un capítulo entero con una infinidad de nombres; muchos amigos, conocidos y desconocidos estaban ahí. Cuando leí mi nombre me conmoví profundamente y no supe hacer nada más que abrazarlo. «Gracias Dani, qué lindo, felicidades por todo». «Gracias a vos loco, por tu granito de arena, por tu apoyo y por tu amistad». Lágrimas a torrentes, otro abrazo y una carcajada.

«¿Bar gay? Ah, ¿y qué hacemos?» «Pues nada, hagan lo que quieran», «entonces te pedimos otra cerveza». Mucho después Daniel nos contaría lo que comúnmente sucedía en esas circunstancias y lo divertía. El ebrio de turno, macho por naturaleza, se asustaba como si hubiera visto un muerto al darse cuenta de que estaba en un bar de maricas, pagaba sin decir nada y escapaba corriendo. Sólo que esa noche nosotros no escapamos y nos quedamos allí, conversando con él alegremente hasta el amanecer.

Cuando necesitaba estar en un lugar lleno de amigos iba al Dionisios. Cuando ellos necesitaban un camarero para un evento podían contar conmigo. Cuando nuestra joven compañía teatral necesitaba desesperadamente un lugar para ensayar, el Dionisios era nuestro refugio. Cuando Daniel necesitaba ayuda para derrumbar un muro porque ese bar se lo construyó con sus manos, acudíamos. Cuando, años después fui con mi esposa a Quito, luego de presentarla a mis padres fuimos al Dionisios, para que Daniel y Manuel la conocieran.

Daniel y Manuel se amaban muchísimo pero por desgracia después de muchos años se separaron. Daniel Moreno ha cumplido con su destino de activista, actor y dramaturgo viajando y compartiendo su arte con públicos de todo tipo. Manuel Acosta, antes de que una enfermedad se lo llevara prematuramente, continuó a su vez como activista y reconocido representante de la comunidad GLBTI. El Dionisios ya no existe físicamente pero su legado es profundo y duradero. Una sola palabra se me ocurre cuando pienso en estas hermosas personas, en su amistad, en el amor que los unía, en su pasión civil y en su valor. Orgullo, nada más que orgullo.





Share: