Se puede opinar lo que se desee luego
de una votación, el resultado es inapelable. O por lo menos lo
debería ser si confiamos aún en la democracia como método que un
pueblo se da para decidir. Cierto que como método es imperfecto
porque no garantiza que se tomen las decisiones más acertadas, pero también es verdad que, por ahora, no conocemos
métodos mejores.
Muchos han expresado su contrariedad
por el voto del pueblo colombiano en las urnas, que con
la victoria del NO anula de hecho las negociaciones entre el gobierno y las FARC. Los votantes han evidenciado claramente que no
están de acuerdo con algunos puntos del acuerdo y no, como algunos
sostienen, que están "en contra de la paz".
De todos modos vale la pena recordar
algunos números, para tener en cuenta cómo funciona el método
democrático y por qué es importante la participación de todos. El
resultado oficial es 50,2% por el NO contra 49,7% por el SÍ, pero
estos resultados son la suma de los votos efectivos. En números
redondos, el NO ha obtenido 6'400.000 votos y los votantes fueron
12'700.000, pero los llamados a las urnas eran 35'000.000. O sea que una decisión trascendental ha sido tomada con,
aproximadamente, el 18,2% del padrón electoral.
Esto no significa que el resultado no
sea válido, lo es y cambiará la historia colombiana. Al mismo
tiempo es importante reflexionar sobre la participación. Dado que la
victoria del SÍ fue presentada como inevitable, al parecer ésto
provocó un activismo mayor entre los partidarios del NO y una mayor
presencia electoral de ese bloque. Tal vez eran menos, pero fueron a
votar todos y así ganaron. Es éste el mecanismo fundamental, más
que el número lo que cuenta es la participación.
El SÍ perdió por 60.000 votos, una gota de agua en el océano, suficiente sin embargo para cambiar la inclinación de la balanza. No hay que culpar al pueblo colombiano que ha votado, los partidarios del NO ejercieron su derecho. Más bien cada partidario del SÍ que no fue a votar por cansancio o porque creía tener el resultado en el bolsillo tiene una gran responsabilidad. Cada voto cuenta y este plebiscito es la prueba, la historia siempre enseña.
El SÍ perdió por 60.000 votos, una gota de agua en el océano, suficiente sin embargo para cambiar la inclinación de la balanza. No hay que culpar al pueblo colombiano que ha votado, los partidarios del NO ejercieron su derecho. Más bien cada partidario del SÍ que no fue a votar por cansancio o porque creía tener el resultado en el bolsillo tiene una gran responsabilidad. Cada voto cuenta y este plebiscito es la prueba, la historia siempre enseña.